La utopía de una economía sin dinero
Por Marcelo Garriga
Director de la Maestría en Finanzas Públicas.
FCE-UNLP
En recientes declaraciones periodísticas el Vicepresidente del Banco Central señalaba: “El Banco Central está haciendo mucho para ingresar en el camino en que se encuentra Suecia, la primera sociedad donde no circula dinero. Está creando nuevos instrumentos de pago. Hay ventajas enormes en la seguridad, la formalización de la economía y en el costo de fabricar billetes”.
Sin embargo, en Argentina, la política impositiva y la gestión de las administraciones tributarias atentan contra este objetivo. En la última década la presión tributaria pasó del 27% al 36% del PBI (sin considerar el impuesto inflacionario). No sólo importa el nivel que alcanza, sino que crecen en importancia aquellos impuestos considerados distorsivos para la actividad económica.
A todo esto, hay que agregar que la carga tributaria sobre los que efectivamente pagan los impuestos, en un contexto de altas de evasión, se ha hecho insostenible. Una nota publicada en noviembre del corriente por Carlos Rodríguez, Director Académico de la Universidad del CEMA, señalaba que de acuerdo a estimaciones preliminares, la carga fiscal sobre un contribuyente que trabaja en blanco alcanza al 75% y la tasa de evasión es del 50%.
Todos los primeros días de cada mes se observa, en el espacio urbano, una imagen que difícilmente se vea en otros países del mundo: una gran cantidad de personas haciendo interminables colas para extraer dinero de los cajeros automáticos. ¿Es sólo el deseo por dinero “físico” como señalaba un famoso financista?
El problema clave es que el costo impositivo de operar en blanco es altísimo y alienta la informalidad y la evasión. Una imagen ilustra muy bien cómo se maneja una parte importante del comercio con sus clientes.
El costo de oportunidad de operar con un instrumento bancario (cheque, tarjeta de crédito o débito, transferencia bancaria, etc) es muy alta (15% en este caso).
Este ejemplo puede ser útil para describir la presión recaudatoria hasta que el producto llega al consumidor final. Si el jean que se ofrece con descuento por pago en efectivo es importado, al ingresar al país pagó una retención aduanera del impuesto a los Ingresos Brutos, IVA y derechos de importación. Luego seguramente estuvo sujeto a retenciones y percepciones del impuesto a los Ingresos Brutos con la compra y pago del producto del comerciante al proveedor. Además la operación por el sistema financiero está sujeta a las retenciones bancarias y al impuesto a los débitos y créditos. Por si fuera poco, en algunos municipios hay que agregar la incidencia de la Tasa de Inspección de Seguridad e Higiene con similares características que el impuesto a los Ingresos Brutos. Asimismo, si la compra fue realizada con tarjeta de crédito, en el caso de la Provincia de Buenos Aires, el comprador deberá abonar el 3% de impuesto a los sellos cuando llega el resumen de la misma.
En el año 2015 el 80% de la recaudación del impuesto a los ingresos brutos en la Provincia de Buenos Aires se obtuvo mediante retenciones y percepciones realizadas a través de Agentes de Recaudación del tributo. En un principio estos regímenes de recaudación permitieron capturar un conjunto de actividades que actuaban por canales informales y no pagaban impuestos. Pero con el tiempo, a medida que su importancia relativa aumentó (pasó del 28% del monto recaudado del impuesto en 1999 al 80% en el 2015) los incentivos a operar por fuera del sistema legal también se incrementaron. Los «beneficios» de evadir y eludir el impuesto a los ingresos brutos (y otros impuestos relacionados) aumentaron sensiblemente.
La facilidad y automaticidad de recaudar impuestos a través de retenciones y percepciones, propician cierta laxitud en una de las principales funciones de las agencias recaudadoras, que es la de fiscalización. Como se dice habitualmente “se continúa cazando en el Zoológico” quedando lejos del alcance del organismo recaudador toda la economía informal.
En este marco de elevada presión impositiva y voracidad recaudatoria por parte de las agencias recaudadoras, los incentivos a realizar ventas en efectivo son muy altos. Es por ello que no sorprende la cantidad de comercios que sólo aceptan dinero (o realizan fuertes descuentos) y las largas colas en los bancos para retirar efectivo.
Con este régimen fiscal, el camino hacia la bancarización total de la economía y la desaparición del dinero en efectivo es una verdadera utopía.
Estimado Marcelo: la informalidad ciertamente crece a tasas enormes y no solamente alcanza a la demanda de «billetes» (sin rastros de pago alguno por el sistema bancario). En las zonas de veraneo ha aparecido abiertamente la advertencia del vendedor que no puede emitir la factura pues aún no vino «el Contador». Las ofertas por pagos al contado y sin factura son demasiado importantes para que el comprador las exija como espera la AFIP y las Rentas Provinciales. El dilema esencialmente deriva del tamaño del gasto público y el nivel de la PT Consolidada imposible de ser aumentada, es decir, el déficit. La salida vía deuda pública, también es conocida en cuanto a su viabilidad más allá del muy corto plazo. En definitiva, lamentablemente no hay soluciones mágicas (utopía) pensando simplemente en la tecnología de los países serios ante el escenario enfrentado.
Horacio
Akyüz Evden Eve Nakliyat
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