El incidente del submarino ARA San Juan y el gasto en Defensa

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Por el Equipo del Blog

La lamentable desaparición e intensa búsqueda del ARA San Juan, que tiene angustiada a la sociedad argentina, ha puesto sobre la mesa de debate la política de Defensa Nacional. ¿Son necesarias las Fuerzas Armadas?, ¿Cuál debería ser su rol?, ¿Cuántos recursos presupuestarios asignarles? y otras preguntas más que no tienen una respuesta sencilla. Tampoco se plantea en esta nota dar una respuesta a las mismas sino aportar algunos elementos para el análisis.

La economía brinda instrumentos para tratar de entender el tema. La defensa nacional es, tal vez, uno de los pocos ejemplos que se reconocen como bien público puro, donde el estado tiene un rol esencial en su provisión. Ahora bien, cuánto es el nivel óptimo de asignación de recursos en defensa va a depender de, entre otros factores, las preferencias de la sociedad. Ésta, a través de sus representantes en el Poder Ejecutivo y el Congreso, ha tomado algunas decisiones en el plano presupuestario que quizás permita encontrar algunas respuestas a estos interrogantes.

En Argentina el gasto en defensa en el año 2016 representa menos del 2% del gasto total realizado por la administración central. En términos de Producto interno bruto (PIB) alcanza el 0,5% aproximadamente Puede observarse en el gráfico un continuo descenso desde el comienzo de la democracia. En 1983 el gasto en defensa era de aproximadamente 2 puntos del PIB y representaba cerca del 9% del gasto total realizado por la administración (durante el gobierno militar llegó a un pico de 3,5 del PIB).

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Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Hacienda.

También es relevante destacar la importancia que adquieren a lo largo de los años los gastos en personal en relación al resto de las erogaciones vinculadas al mantenimiento y las inversiones. En el año 1983 la participación de los gastos en personal ascendían a menos del 40% del total en tanto en 2016 alcanzan al 80%.

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Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Hacienda.

En la actualidad América Latina y el Caribe es la región cuyo gasto militar presenta menor peso en el PIB, aproximadamente 1,3%. Sin embargo es casi el triple que en Argentina, relativamente cercano al gasto de la Unión Europea (1,5%) y muy alejado al 3,1% de América del Norte. Esto ocurre en un contexto internacional de reducción general de los gastos en defensa como se observa en las tendencias descendentes del gráfico.

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Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Mundial.

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Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Mundial.

Los principales países que participan de la búsqueda del ARA San Juan presentan un gasto militar promedio respecto del PIB del 2,6% (Brasil, Federación Rusa, Estados Unidos, Reino Unido, Noruega, entre otros). En caso de excluir a Brasil, el promedio asciende a cerca del 3%. El gasto más alto se observa en la Federación Rusa el cual representa 5,4% del PBI para el año 2016. Cabe señalar que en estos países más avanzados muchas veces el gasto en defensa está vinculado al desarrollo de la ciencia y la tecnología, que luego permiten realizar desarrollos en otros campos.

En resumen, se observa que Argentina no sólo presenta un bajo gasto en defensa sino que también la composición del mismo corresponde principalmente a remuneraciones, dejando escaso margen para el gasto en capital (inversiones). Tal comportamiento se acentúa en los últimos 35 años con el advenimiento de la democracia.

Como reflexión, es necesario valerse de conceptos propios de las finanzas públicas. Los políticos que la sociedad elige, en teoría, representan las preferencias de la mayoría de la población. Si estos son benevolentes, toman decisiones que buscan maximizar el bienestar general de la población. La elaboración del presupuesto se condice con tal situación, es decir, con las preferencias que llevan a la elección de un político (o partido).

La falta de inversión en mantenimiento no debería sorprender, es una elección de la sociedad (dada la desafortunada historia de los gobiernos militares en el país, la sociedad no presenta una elevada preferencia hacia dicho gasto). Por ende, las restricciones que imperan en la elaboración del presupuesto cobran mayor relevancia ante la ocurrencia de un hecho fortuito (no tan fortuito si se observa la asignación de recursos).

Ante la escasez de fondos, la sociedad debe plantearse si la actual estructura de gastos es la que efectivamente representa sus preferencias. Lo que no debería sorprender son los resultados de estas políticas.