El cambio climático es una amenaza global que requiere una solución tributaria global

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Por Alieto Guadagni (Academia Argentina de Ciencias del Ambiente)

Es un importante llamado de atención observar que las emisiones contaminantes, a pesar del Acuerdo de París (2015), no están disminuyendo sino que siguen creciendo en el planeta. China, país mundialmente líder en emisiones registró el año pasado un aumento del 2,5 por ciento, mientras que en Estados Unidos, segundo país contaminador, estas emisiones aumentaron el 3,1 por ciento. El aumento en las emisiones globales llego al 1,7 por ciento. Naciones Unidas informa que el actual nivel de CO2 en la atmósfera es el más alto en la historia, ya que habría que retroceder entre 3 y 5 millones de años para encontrar concentraciones similares, pero entonces el nivel del mar estaba entre 10 y 20 metros por encima del actual. Ahora todos estamos peor de lo que estábamos durante la reunión de París (2015), por eso se requieren compromisos ambientales más responsables frente a las futuras generaciones.

Es necesario prestar la atención a la Organización Mundial Meteorológica (OMM), que ha venido alertando sobre los eventos que están asolando la Tierra en este año, informando que 2018 fue uno de los cuatro años más cálidos de los que se tienen datos; también alertó sobre los records de temperatura, informando además que en este año las temperaturas ya son las más altas registradas. Este acelerado cambio climático en nuestra Tierra está asociado al aumento de la producción de bienes y servicios a escala global , conjuntamente con el continuo aumento de la población mundial, factores que impulsaron el gran aumento en el consumo de combustibles fósiles requeridos por la creciente producción industrial, la agropecuaria, los servicios, el transporte, y la generación eléctrica. La tendencia hacia una creciente emisión de gases contaminantes es una característica de la globalización económica nacida a fines del siglo XX, pero con la vigencia de mercados de bienes y servicios incapaces de incorporar los costos ambientales, lo cual significa que eliminar estas emisiones contaminantes exigirá la vigencia de nuevos mercados de bienes y servicios donde los precios cubran todos los costos de producción, incluidos esta externalidad negativa cuya magnitud crece año a año.

La actual economía de mercado ha aportado muy poco al cuidado de la Tierra, ya que las emisiones acumuladas alrededor del planeta desde fines del siglo pasado ya son la mitad de la acumulación que ocurrió desde la Revolución Industrial. Esta realidad requiere una reforma sustancial si es que nos interesa preservar la Casa Común para las próximas generaciones, por esta razón el cambio climático no debe ser únicamente la preocupación de los ministros del Ambiente, ya que se trata de un tema de una importancia tal que debe convocar la atención y responsabilidad de los gobiernos de todos los países.

El calentamiento del planeta es ya una creciente amenaza, mientras que las propuestas y los compromisos concretados hasta ahora no han sido suficientes. Todo indica que mientras más tardemos en actuar, mayores serán los daños, incluso de vidas humanas. Esto hace necesario aplicar nuevas medidas fiscales destinadas a frenar el cambio climático, mediante el diseño de un nuevo régimen impositivo y de subsidios fiscales que disminuyan las emisiones causadas por los las combustibles fósiles contaminantes. Esto implicará la aplicación a escala universal de impuestos que desalienten las emisiones, para poder promover la reducción en la producción de contaminantes, estos impuestos podrán proveer los recursos fiscales requeridos para que aumente aceleradamente la expansión de las energías limpias y al mismo tiempo se apliquen nuevas tecnologías que sean energéticamente eficientes, es decir que sean capaces de disminuir el consumo de energía por unidad de producto. Pero estos nuevos impuestos globales sobre las emisiones podrán ser aplicados únicamente si tienen el firme apoyo de la opinión pública, por esta razón será importante acompañar estas nuevas cargas tributarias con la reducción o eliminación de algunos impuestos vigentes, por ejemplo, aquellos que son ineficientes o socialmente regresivos.

El mundo está buscando formas de fomentar un tipo de inversión y crecimiento ambientalmente sostenible, requiriendo nuevas inversiones en energía limpia, para frenar el cambio climático. La transición a la energía limpia puede parecer una tarea abrumadora, por eso las autoridades deben necesariamente intervenir para frenar el preocupante deterioro climático.

La implantación de gravámenes tributarios a las emisiones contaminantes es un mecanismo eficaz para propiciar la expansión y desarrollo de futuras inversiones en nuevas tecnologías capaces de eliminarlas. Pero no alcanza conque solamente algunos países sean los que adoptan estos gravámenes, ya que diferencias en estos gravámenes estimularían nuevas localizaciones geográficas para esquivar estas nuevas presiones tributarias. Desde ya que no todos los países son equivalentes en el mapa mundial de las emisiones, ya que apenas siete representan nada menos que casi el 70 por ciento de las emisiones mundiales, siendo el orden el siguiente: China 27,8, USA 15,2, UE 10,3, India 7,3, Rusia 4,6 y Japón 3,4 %. Esto significa que sería posible iniciar una política de disminución de estas emisiones si es que hay un acuerdo fundacional entre estos siete actores más importantes en el escenario internacional, este acuerdo parcial pero muy importante por la magnitud de las emisiones involucradas sería un paso positivo hacia un nuevo escenario global. Lamentablemente, Estados Unidos que es el segundo contaminador mundial solamente superado por China, se ha convertido en un actor negativo en este proceso, con un Presidente que no presta ninguna atención a la creciente gravedad climática en el planeta.

La preocupación por el cambio climático en el escenario internacional viene creciendo en los últimos tiempos, ya que la demanda de las sociedades viene presionando a muchas autoridades. Este proceso llevo a muchos gobiernos a plantear nuevas políticas ambientales que apuntan al objetivo de “emisiones netas” iguales a cero en los países involucrados. Estas propuestas que se están considerando apuntan a un eventual balance futuro entre las emisiones nacionalmente generadas y la captación de gases existentes en la atmósfera, para lo cual se están estimulando investigaciones para evaluar la posibilidad de desarrollar en el futuro las tecnologías aptas para esta potencialmente posible captación.

El problema es que estas metas propuestas de “emisiones netas” nulas se refieren únicamente a las emisiones generadas por la producción de bienes y servicios del propio país, pero no toman en cuenta las emisiones generadas por el consumo propio de bienes y servicios importados desde otras naciones. Es cierto que a nivel global no hay distinciones entre las emisiones generadas por la producción global y el consumo global de bienes y servicios, pero esta equivalencia no existe a nivel de los países. Es importante tener presente que en la actualidad existe una gran diferencia en los países desarrollados entre los gases emitidos por la propia producción y los gases contenidos en el consumo total, que incluyen las importaciones. Esta diferencia es particularmente significativa en aquello países desarrollados que producen muchos servicios mientras que una importante fracción de los bienes consumidos están provistos por las importaciones. Por ejemplo, en el Reino Unido las emisiones asociadas con el consumo eran 40 por ciento mayores a las vinculadas con la producción. Mientras en la Unión Europea esta diferencia llega al 19 por ciento, esto es muy importante ya que la cuarta parte de las emisiones globales contaminantes corresponden a bienes y servicios internacionalmente comercializados. La globalización está impulsando las transacciones comerciales entre las naciones, esto significa que estas diferencias seguirán aumentando en los próximos años, hecho que habrá que tener presente en las negociaciones internacionales, ya que el objetivo debe ser reducir las emisiones totales.

La tarea que deberá enfrentar sin demoras la humanidad es considerable y no queda ya tiempo para demorar las acciones requeridas para reducir las emisiones, ya que la magnitud de los daños originados por el cambio climático crece año a año, de manera tal que el futuro dependerá crucialmente de lo que comencemos a hacer ya ahora sin demoras.Tener presente que nosotros hemos recibido la Tierra en préstamo por las futuras generaciones y queda poco tiempo para cuidar la Casa Común, como alertaba el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si difundida hace ya cuatro años.