Trabajo doméstico y de cuidados: Desequilibrios de género

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Por Josefina Paz Gaskín (FCE-UNLP)

Entre el 27 y el 31 de enero se desarrolló en Chile la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, organizada por la CEPAL con el apoyo de ONU Mujeres. Allí, en presencia de representantes, autoridades y funcionarios de los distintos países de la región se planteó como tema principal la autonomía de las mujeres en escenarios económicos cambiantes.

En línea con uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, reducir los desequilibrios de género en la labor no remunerada, Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, señaló la necesidad de “implementar políticas públicas de igualdad que reconozcan el aporte de las mujeres a la economía a través del trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, y que promuevan una distribución justa de la carga total de trabajo”.

La presencia de desequilibrios en la asignación de las tareas de cuidados no solo genera desigualdad intrafamiliar, sino que principalmente priva a las mujeres de oportunidades económicas, profundizando las brechas de ingreso y generando al mismo tiempo un costo social cuyas implicancias repercuten sobre el producto de una economía.

Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el año 2018, a nivel mundial las mujeres realizan el 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerado, dedicándole 3,2 veces más tiempo que los hombres. A su vez, a escala mundial, el principal motivo indicado por las mujeres en edad de trabajar para estar fuera de la fuerza laboral es el trabajo de cuidados no remunerado. Pese a los avances, la tasa de participación laboral de las mujeres en América Latina se encuentra en torno al 65% mientras que la de los hombres es del 80%.

En Argentina, para el año 2013 la tasa de participación de hombre y mujeres en el trabajo doméstico no remunerado fue 57,9% y 88,9%, respectivamente, mientras que el tiempo promedio diario dedicado a actividades que componen el trabajo doméstico no remunerado fue de 3,4 y 6,4 horas diarias, acentuándose está dinámica en el grupo etario de 30 a 59 años. Los datos de la “Encuesta sobre Trabajo No Remunerado y Uso del Tiempo”, implementada como módulo de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU) en el año 2013, muestran que la brecha en el tiempo destinado a tareas de cuidado entre varones y mujeres no se ve afectada por la participación en el mercado laboral de las personas. Los varones destinan la misma cantidad de horas estén o no ocupados, mientras que las mujeres aumentan el tiempo destinado a los cuidados cuando no están ocupadas.

Por otra parte, cabe destacar que entre las provincias argentinas se observan grandes diferencias en lo que respecta al tiempo promedio dedicado a las tareas domésticas no remuneradas (Alzúa y Cicowiez, 2018). Mientras que en CABA las mujeres dedican 4,9 horas diarias en la provincia de Buenos Aires las mismas dedican 6,9 horas diarias. Asimismo, en el estudio citado se destaca que las actividades de trabajos domésticos no remunerados no son contabilizadas al momento del cálculo del PBI de un país. Se estima para el total del país en 2016 una valoración del trabajo doméstico no remunerado equivalente a 24,3% del PIB. Finalmente, los resultados obtenidos presentan una asociación negativa entre el Producto Bruto Geográfico (PBG) per cápita y valor del trabajo doméstico no remunerado (a mayor nivel de desarrollo menor es la valoración del trabajo doméstico no remunerado).

En este contexto de desequilibrios intrafamiliares y costos sociales se pone de manifiesto que la brecha de género en el trabajo de cuidados no es solo injusta sino también ineficiente.

 Delineando políticas públicas

Elizabeth Gómez Alcorta, Ministra de Mujeres, Género y Diversidad de la Nación Argentina, anunció la creación del “Equipo de cuidados” manifestando que “Reconocer las tareas de cuidado como eje vertebral de las desigualdades es condición necesaria para trabajar por más oportunidades y derechos para todos”. Desde el gobierno, señalaron que dicho equipo estará encargado de realizar un mapeo nacional de los servicios de cuidados existentes y articular con otras dependencias del Estado para brindar más servicios en torno al trabajo doméstico no remunerado.

En función de la evidencia internacional, ¿Qué debería tener bajo consideración el “Equipo de cuidados” en pos de la implementación de políticas tendientes a una redistribución justa de los cuidados? Se enuncian algunas líneas de acción:

  • Contar con información estadística de calidad que permita valorizar el trabajo doméstico no remunerado. En Colombia desde 2010 la Ley 1.413 obliga al Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) a la generación de estadísticas sobre la economía del cuidado de manera sistémica. En Argentina, mediante la Ley 27.532 del año 2019, se incluye a la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo en el Sistema Estadístico Nacional como módulo de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). La misma se deberá realizar de manera permanente con una periodicidad de dos años. Además, se incluyó en el sistema de cuentas nacionales la cuenta satélite sobre el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado.
  • Fomentar legislación que elimine restricciones basadas en el género: estudios han demostrado que leyes más equitativas fomentan la participación de las mujeres en la fuerza laboral y un mejor reparto de las tareas de cuidados. Un ejemplo es el caso de las licencias remuneradas tras el nacimiento de un hijo. En Finlandia, la madre dispone de una licencia remunerada durante siete semanas antes del parto y, luego del mismo, cuenta con cuatro meses remunerados. Por otra parte, el padre cuenta con dos meses de sueldo completo. En Argentina, los hombres tienen sólo 2 días mientras que las madres cuentan con 90 días de licencia. La ampliación de las licencias otorgadas a los padres biológicos, adoptivos y a las madres no gestantes por nacimiento o adopción, es necesario para fomentar que la distribución de las tareas sea equitativa pero no suficiente dado el nivel de informalidad imperante en el mercado laboral del país. Por otro lado, es menester tener bajo consideración que el tiempo dedicado a los cuidados, y por ende las licencias, deben ir más allá del momento del nacimiento o adopción, dado que las responsabilidades de cuidado se extienden mucho más allá de la primera infancia (por ejemplo, adultos mayores y personas con discapacidades). De esta manera, la igualdad en el tiempo de las licencias permitidas, incentiva la no discriminación de las mujeres a la hora de la contratación formal.
  • Considerar los desincentivos impositivos y fiscales en la participación de las mujeres en el mercado laboral y su profundización en los roles tradicionales de cuidados. Por ejemplo, en el mundo se incentiva a ir hacia gravámenes sobre los ingresos individuales en lugar de sobre los ingresos familiares, de manera de eliminar los desincentivos de los asalariados secundarios de la familia, en su mayoría mujeres. Por el lado fiscal, los Programas Sociales de Transferencias Condicionadas de la región podrían desincentivar la participación de las mujeres en el mercado laboral ya que suelen colocar sobre ellas la responsabilidad de cumplimiento de las condicionalidades. Un tema de gran debate en la Argentina son los efectos en el mercado laboral femenino de la AUH. Existe evidencia de que la AUH ha generado un desincentivo sobre la participación e intensidad laboral femenina (Garganta, Gasparini y Marchionni, 2017). Si bien, por un lado, aparta a las mujeres del mercado laboral acentuado la división sexual del cuidado, por otro existen estudios que señalan que estas transferencias de ingreso hacia las mujeres podrían implicar un cambio en el poder de negociación de las mismas hacia al interior del hogar (Berniell et al., 2019; Micha, 2019). Otra interpretación es que dicho retroceso en el mercado laboral se debe a que la AUH actúa como un “salario de reserva” evitando así la incorporación de mujeres a trabajos de salarios bajos y de mala calidad.
  • Incentivar la provisión de servicios de cuidados de calidad y disponibles para las diversas conformaciones familiares. La provisión de servicios de cuidado de alta calidad para niños, como educación infantil temprana o guarderías, relaja las demandas de tiempo de las madres, permitiéndoles conciliar con las horas de trabajo. Estas políticas públicas, deben ser especialmente dirigidas hacia mujeres vulnerables, cuyos ingresos laborales potenciales no serían suficientes para cubrir los altos costos de los servicios privados de cuidado infantil. En esta línea, muchos países de la región han aumentado los años de educación obligatoria, aunque generalmente se trata de una solución incompleta ya que el horario escolar de la primera infancia es más corto que un día de trabajo típico. En muchos países se complementa con programas públicos y de participación privada como, Crece contigo en Chile, Hogares Comunitarios de Bienestar en Colombia, Hogares Comunitarios en Guatemala, Estancias Infantiles de apoyo a madres trabajadoras en México, entre otros. Por otro lado, la atención a las personas mayores y discapacitadas también es una tarea tradicionalmente asignada a las mujeres debido principalmente a que la oferta de atención para cubrir estas necesidades es escasa. Hoy en día estos servicios se limitan solo aquellos que se encuentran en el mercado formal y presentan grandes heterogeneidades. Este es un tema de primordial importancia ya que se espera que se profundice en los próximos años por el aumento de la esperanza de vida.
  • Tener en cuenta a todos los actores del “diamante de cuidado”. Razavi (2007) introduce la noción del “diamante de cuidado” como forma de estructurar a los actores que brindan cuidados como así también las relaciones que existen entre ellos. Las cuatro puntas del diamante son: las familias, el mercado, el Estado y la sociedad civil. Es necesario considerar, al Estado como actor que no sólo brinda servicios, sino principalmente que regula las acciones públicas y privadas a través de la legislación. Principalmente, hay que tomar en cuenta el rol fundamental que tiene la sociedad civil, la cual puede actuar para incidir en cambios normativos, en el monitoreo de la implementación y ejecución de las políticas públicas, y abogando por mayores asignaciones presupuestarias. Por su parte, las organizaciones empresariales y empleadores, pueden establecer políticas de cuidado y de conciliación de las responsabilidades laborales y familiares más allá de lo que ordena la regulación, generando espacios para compartir esas buenas prácticas a través de diversos incentivos (trabajos a tiempo parcial sin pérdidas de beneficios, horarios laborables flexibles, variedades de homeworking o teletrabajo fuera del hogar, licencias especiales, entre otros). Promoviendo todos de esta manera, un cambio cultural imprescindible para que el cuidado sea comprendido como una responsabilidad social compartida. Desde el punto de vista de las normas sociales, es imperativa la promoción de la paternidad activa y de un mayor involucramiento de los hombres en la crianza de sus hijos y las tareas domésticas.

Según la OIT (2018) serían necesarios 210 años para acabar con la brecha de género existente en el trabajo de cuidados y doméstico no remunerado. La lentitud de los cambios cuestiona la efectividad de las políticas implementadas. En virtud de ello, es necesario desarrollar una concepción sistémica, dirigida a fomentar la corresponsabilidad del cuidado y del trabajo doméstico no remunerado en el hogar con el objetivo reducir las brechas de género existentes.

Referencias bibliográficas

Alzúa, M.y Cicowiez, M. (2018). El Valor del Trabajo Doméstico y de Cuidado No Remunerado en Argentina”. Blog del CEDLAS.

Berniell, I., Berniell, L., de la Mata, D., Edo, M. y Marchionni, M. (2019). “Gender Gaps in Labor Informality: The Motherhood Effect”. Documento de Trabajo Nro. 247. CEDLAS. Universidad Nacional de La Plata.

Garganta, S., Gasparini, L. y Marchionni, M. (2017). “Cash transfers and female labor force participation: the case of AUH in Argentina”. IZA J Labor Policy 6, 10.

Micha, A. (2019). “Usos y administración de la Asignación Universal por Hijo (AUH): entre el deber ser y la autonomía económica de las mujeres”.

OIT (2018). El trabajo de cuidados y los trabajadores del cuidado para un futuro con trabajo decente.

Razavi, S. (2007). “The Political and Social Economy of Care in a Development Context. Conceptual Issues, Research Questions and Policy Options”. Ginebra, Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD).